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jueves, 5 de mayo de 2011

Mitos y Leyendas: El Holandés Errante



Una de las leyendas más conocidas de los océanos es sin duda la del Holandés Errante, quizás algunos de ustedes tengan presente esta leyenda por la referencia de la ópera de Wagner, quizás otros sepan que lo que distingue al  Holandés Errante de las historias folklóricas y de fantasmas habituales, es el que ha sido visto muchas veces, otros tal vez leyeron la novela del Capitán Marryat.… pero tal vez la mayoría, la única referencia que tengan acerca de este mito, son las películas de Piratas del Caribe, entonces para ellos/as y para  los que nunca escucharon hablar de él, les cuento más o menos de que trata la leyenda…

Nota: El material expuesto a continuación no es de producción propia, es un resumen sacado de tres lugares que figuran al final de la nota.


El Holandés Errante

Una nave tropieza con una terrible tormenta, pero su capitán, enloquecido y sordo a las súplicas, rehúsa buscar refugio. Como castigo, es condenado a recorrer los mares durante toda la eternidad.
¿Cuál es el origen de la famosa leyenda del Holandés Errante?

El Holandés Errante también conocido bajo el nombre de “El barco que vuela” o "The Flying Dutchman" es sin ninguna duda el más conocido de todos los buques fantasma. Según la tradición, es un barco fantasma que no pudo volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás… pero verlo significa también que algo malo iba a pasar…


Distintas versiones:

La versión más conocida de la historia del Holandés Errante habla de un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.

La tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los aterrorizados pasajeros y la tripulación se encomendaban a Dios. En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa, revelando una figura gloriosa que según algunos, era el Espíritu Santo, mientras otros dijeron que era Dios.

La figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos aquellos que le vieran. Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija. Sin embargo, con estas palabras la visión desapareció, y con ella todos los pasajeros y tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.

El misterio que rodea su desaparición y la muerte de su tripulación tiene tal misterio como la que rodea sus muy numerosas apariciones. El holandés errante se ha convertido por ello en el personaje central de una impresionante cantidad de leyendas marinas.

Nacido de un rumor que circulaba por el Caribe en las primeras épocas de la piratería. La leyenda contaba que El holandés errante era guiado por el fantasma de un capitán que contaba con una tripulación de espíritus a bordo de su buque fantasma y que atacaban a todos los buques con los que se cruzaban por todos los mares del globo para la eternidad.
En el Anuario británico de África del sur, edición de 1939, podemos leer el relato de un testigo que contaba  con precisión una de las apariciones del barco fantasma.

"Estábamos yo y varias otras personas en una playa aprovechando el sol cuando de repente un barco apareció ante nuestros ojos. Nadie le mostró demasiada atención al principio menos yo, ya que el barco tenía un aire muy misterioso. Su rumbo era fijo sin desviarse lo más mínimo...Sus velas estaban totalmente desplegadas e hinchadas por el aire, aunque no corría ni una ligera brisa siquiera. Venía derecho hacia la playa... se acercaba cada vez más a nosotros... Poco a poco todos fuimos atemorizándonos. Los que no veían ninguna amenaza de este barco, fueron rápidamente prevenidos por otros que sí la veían... Todos nos encontrábamos de pie, atemorizados, viendo cómo ese buque del demonio se acercaba cada vez más. Cuando la excitación en todos fue máxima, el barco fantasma se desvaneció en los aires tan misteriosamente como había venido, dejándonos a todos atemorizados por lo que acabábamos de ver....

Las versiones de la leyenda son innumerables, pero algunos aseguran que la original comenzó con el capitán de un barco holandés, un capitán burgués de Holanda llamado Willem van der Decken, quien hizo un pacto con el diablo para poder surcar siempre los mares sin importar los retos naturales que pusiera Dios en su travesía. Pero Dios se entera de esto y en castigo lo condena a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar tierra, por lo que recibe el nombre de "Holandés Errante".

Otra leyenda surge en 1650. En Amsterdam vivía Barent Fokke un capitán famoso por su mal carácter y, sobre todo, por su barco, el más rápido del país. El rumor decía que Fokke había pactado con el diablo con el fin de que su buque fuera el más rápido de todos los barcos. Un día, desapareció su cuerpo y sus bienes. La leyenda decía que como estaba maldito, fue condenado a errar eternamente sobre los océanos.
De acuerdo con ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Fokke (del siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del buque fantasma. Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un trato con el demonio. En algunas versiones holandesas del mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg.

El Holandés Errante como fuente de inspiración:

Existen muchas leyendas que conciernen al origen de este buque fantasma. Quizás la más conocida sea la que inspiró a Richard Wagner  su ópera "El Buque fantasma":
En el siglo XVII, a la altura del Cabo de Buena Esperanza, el capitán Van der Decken sufrió la tempestad más terrible que en su carrera de marinero jamás había visto. Gritando e injuriando a Dios porque el barco estaba a punto de zozobrar, fue maldecido para siempre: condenado a errar por los mares y  los limbos, sin estar muerto ni vivo. El capitán será librado por el amor de su mujer que aceptará morir para salvar su alma.

Marryat, en su versión (El buque fantasma), le da el nombre de van der Decken (que significa «en cubierta»), y recibe el de Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving. Unos y otros no se ponen de acuerdo a la hora de llamar «holandés errante» al barco o al capitán.

Asimismo se dice que éste juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta haber doblado el Cabo de Buena Esperanza, aunque le costase llegar al Juicio Final. Se ha hablado también de un horrible crimen cometido a bordo del barco. E incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación, a la que por ese motivo no se permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente, sin posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se ha hablado de 1641 y de 1680.

Sea cuál sea su origen, los testimonios de marineros que se han cruzado con "El holandés Errante" y sus velas rojas son muchos. Por ejemplo, en 1881, el futuro rey de Inglaterra, George V, entonces duque de York, fue testigo de una aparición muy extraña a la altura de las costas australianas. Mientras tomaba el fresco sobre el puente, percibió un halo rojizo en la oscura y opaca noche. Un inmenso buque apareció y pasó delante del barco, sin hacer ruido alguno. Al día siguiente, uno de los marineros que esa noche estaba allí y presenció también la aparición, se cayó de un mástil y se mató. Unos días más tarde fue el almirante quién fallecía. Muchos pensaron en una maldición que provenía del holandés errante.



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