Vampiro
El origen de la palabra 'vampiro' es eslavo. Significa algo a medias entre ser volador, bebedor-succionador y lobo. Fue el movimiento romántico el que cambió la i por una y, asociando lo que hasta entonces era mitología popular en un tema de conversación en salones y castillos. Sin embargo, por todo el mundo existen infinidad de palabras que denominan a diferentes clases de vampiros: assabonsan, assiman u obayifo en África; aswang, bhuta, kappa, chedipe, bramahparusa, y otras más en Asia; asema, camazotz, jaracaca, sukuyan y otras en América; dhampir, lamia, neuntonter, upír o ustrel y otras en Europa; dakhanavar o ghoul en Oriente Medio. Y también la palabra vampiro tiene traducción idéntica en multitud de países: vampyr en Serbia, pamgri en Hungría, danag en Filipinas, kosac en croata, upir en ruso y muchísimas más.
Las características de los vampiros suelen variar mucho según el lugar, pero todos suelen tener en común el hábito de succionar sangre a personas o animales, aunque hay algunos que comen otras cosas: por ejemplo, el ubour búlgaro come estiercol. Hay vampiros que son eternos y otros que tienen una vida de 40 días. Por lo general, hay tantos tipos de vampiros como culturas que los han tenido.Desde el Ekimu babilónico hasta el Kuang-Shi chino o el Motetz Dam de los hebreos, el Mormo de la antigua Grecia y Roma hasta el más familiar Nosferatu de Transilvania. El vampiro típico de centro-europa se caracterizaba por su aspecto putrefaco, su nariz puntiaguda, dientes afilados y sus orejas puntiagudas, muy al estilo del vampiro de la película 'Nosferatu' y muy alejado del aristócrata con clase que nos presentó Stoker. Es muy posible que el origen del mito en centroeuropa viniese dado por la gran cantidad de personas que fueron enterradas vivas equivocadamente. Dada la cantidad de epidemias que asolaban Europa, era muy típico que los muertos fuesen enterrados cuanto antes, lo cual hacía que en algunos casos enfermedades como la catalepsia, que produce un estado de letargo difícil de distinguir de la muerte real, provocasen enterramientos equivocados. Si alguno de estos desafortunados lograba salir de su tumba muchas veces era tomado por un ser demoniaco.
La figura del vampiro ha estado presente en las creencias de multitud de pueblos y culturas. Sus distintas encarnaciones abarcan desde el vrykolakas griego hasta el mulo de los gitanos. Sin embargo, hasta finales del siglo XVII y principios del XVIII, estos hechos apenas tuvieron difusión. Y es que fue precisamente entonces, en pleno romanticismo, cuando desataron enconadas polémicas sobre su veracidad.
El vampiro y la literatura.
A pesar de que si hablamos de vampiros, sin lugar a dudas la novela de Bram Stoker Dracula (inspirada en el conde Vlad "el Empalador"), es la primera que nos viene a la cabeza, cabe aclarar que muy anterior esta novela el vampiro ya había hecho su aparición en la literatura. Se podría decir que el Vampiro de Polidori (1819), inspirado en la figura de Lord Byron es el responsable del vampiro tal y como hoy lo conocemos. Otros atribuyen a Byron con su Giaour (1813), como el iniciador de los vampiros en la literatura, pero lo cierto es que los vampiros ya aparecieron antes, podemos incluso encontrarlos en los cuentos de las mil y una noche; en el relato : Historia del Principe y la vampiro.
A continuanción extraígo un texto de Vida gotica Donde plantea el tema de los vampiros en la literatura, repito me gustaría haber hecho algo npropio pero lamentablemente no dispongo del tiempo, pero encontre este aporte interesante.
"La figura del vampiro dentro de la literatura emerge con fuerza del movimiento romántico, y salvo excepciones que desconozca, su introducción en sociedad viene de la mano de John William Polidori, sin que ello signifique que el médico y secretario de lord Byron se inventase a tan siniestro personaje que ya revoloteaba por las consejas y leyendas de Transilvania, y de otros lugares centroeuropeos e incluso mediterráneos, más o menos camuflado pero siempre activo en la fantasía popular, un monstruo parecido al Hombre Lobo, o sea: invención hija de las supersticiones, pero muy rentable a niveles creativos, o si no que se lo pregunten al pintor Henry Fuseli, hacedor de monstruos de pesadilla y amante de María Wollstonecraft, a su vez madre de Mary Shelley, autora de Frankenstein.
Pero volvamos al vampiro literario representado en sus inicios por tres historias cortas que no hay duda servirían también más tarde de inspiración a Bram Stoker; las historias son el relato corto de Polidori, El vampiro, Carmilla de Sheridan Le Fanu y La muerta enamorada de Teóphile Gautier. No digo que sean las únicas en su tiempo, pero sí las más representativas, o al menos las más populares, ya que se citan de continuo. Los tres relatos son diferentes aunque les una el vínculo del vampirismo, pero los tres, empezando por El vampiro y Carmilla, ofrecen una curiosa semejanza al hablar de una peculiaridad no contemplada en muchas novelas de vampiros: el vampiro puede vivir a plena luz del día sin por ello caer fulminado convirtiéndose en polvo. Los pormenores de este hecho se explican prolijamente en Carmilla basándose en antiguos documentos, mientras que en El vampiro surgen con naturalidad como si fuera la cosa más normal del mundo que un vampiro pudiese pasearse por Londres y viajar de día a lejanos países. Es de suponer que este detalle, bastante más importante de lo que parece, fuese una realidad en el mundo del vampirismo literario, pero debió quedar marginado en aras del morbo que presupone una vida sin sol en un habitat de sombras.
En cuanto a La muerta enamorada, bellísimo y poético relato en el que un joven sacerdote se enamora de una mujer vampiro, nos encontramos a su protagonista principal en la iglesia por la mañana aparentemente viva y bien viva, o sea que nada de tinieblas, ni de explicaciones para justificarlo. Esto en cuanto atañe al universo novelístico; el reverso de la moneda es mucho más complejo y tal vez más fantástico porque se sustenta en datos erróneos: el vampiro es el muerto viviente y se le atribuyen unos poderes sobrenaturales que encontramos en la historia, al parecer auténtica, de Arnod de Medvedja, en la que se hallan todos los referentes ya clásicos. En 1731 había tenido lugar en Medvedja una epidemia de vampirismo que comenzó con la muerte y posterior trasformación en vampiro del campesino Arnod Paole; el dicho Arnod parece ser que contaminó a varios lugareños, quienes a su vez hicieron lo mismo una vez convertidos en muertos vivientes. Localizado el foco, se abrieron las tumbas y se procedió a clavar estacas, decapitar e incinerar los cadáveres afectados, con lo cual el mal quedó erradicado aparentemente. Como puede verse una historia bastante vulgar y repetida, pero en este caso auténtica y no leyenda, al menos en lo que concierne al presunto vampirismo del desgraciado Arnod, quien con toda probabilidad debió sufrir injusta persecución y muerte ya que la historia la escriben siempre los vencedores. Sin embargo no deja de ser un referente que puede leerse en crónicas de Medvedja, pueblo que existe todavía en la ex Yugoslavia.
En cuanto a Vlad Tepes o Dracul, de quien Bram Stoker sacó título aristocrático, y nombre, al crear a su conde inmortal, era un príncipe valaco que nunca le chupó la sangre a nadie aunque sí cometiera espeluznantes crímenes, pero de otra índole. (Por cierto, que hay una divertida anécdota que circula al respecto del "nacimiento" de la novela Drácula, y que cuenta que se le ocurrió a Bram Stoker después de haberse pasado una noche entera víctima de una indigestión de cangrejos en vinagre; al menos así lo refirió su hijo). Si nos adentramos en el terreno de la medicina, se habla de una enfermedad llamada porfiria en la cual quienes la padecen no pueden soportar la luz del día, el sol, concretamente, ya que es para ellos letal, y por esta causa han de vivir encerrados en sus casas saliendo sólo de noche, pero esta pobre gente no son vampiros, aunque en tiempos antiguos pudieran ser confundidos con ellos acabando de mala manera debido a la ignorancia y a la superstición. Todo lo expuesto es hasta cierto punto atractivo si nos ponemos a escribir relatos o novelas, y en el siglo XIX más todavía porque iba con la época y las mentalidades, pero es un género que ha dejado su herencia y baste para ello mencionar sólo un nombre de sobras conocido: Anne Rice, sin que sea necesario agregar una palabra de más. Yo encuentro, pero es una opinión muy personal, y supongo pueda sorprender a más de uno, que la novela de Emily Brontë, Cumbres borrascosas, trasluce en el sombrío personaje de Heatcliff una especie de vampiro disimulado, que vaga en la penumbra de un caserón que puede ser cualquier cosa menos un hogar, que se nutre durante años del vivo recuerdo de una muerta, y que camina errático por el páramo en busca de su amor fallecido, quien, por otra parte, a su vez se convierte en un alma en pena que lo reclama desde el más allá, todo ello sin olvidar las escenas del cementerio con la exhumación del cadáver de su amada Catalina a las pocas horas de haber muerto, cuyo rostro quiere contemplar por última vez. "
El vampiro una criatura seductora
El vampiro siempre ha sido una criatura seductora por naturaleza, generando nuestras más profundas pasiones.
Lo cierto es que a través de los tiempos la figura del vampiro, la de ese seductor caballero aristocrático, sediento de sangre. Ese ser que despertaba los más profundos temores, de ser acechados en la noche, el protagonista de tantos relatos de terror ha ido mutando con el tiempo. A modo de ejemplo:
El mitico conde Drácula, ese ser maquiavelico, sediento de sangre y de poder. El caballero aristocrático por excelencia, lleno de poder, fuerza y dotes sobrenaturales de seducción, lograba generar esa fascinación en el lector que se encontraba deseando ser su presa.
Varios años después de la mano de Anne Rice y sus Crónicas vampiricas, aparecen unos vampiros si se quiere más modernos, más humanizados que los de siglos pasados pero aún así siguen siendo personajes sórdidos, sedientos de sangre. Tomando como ejemplo a Lestat el protagonista de las Crónicas Vampíricas, vemos en él a un personaje tremendamente carismático y seductor a pesar de ser muchas veces patetico y maligno. Pero este tipo de vampiro también ha ido mutando al día de hoy.
Un nuevo fenomeno se ha instalado a raíz de la saga Crepúsculo. De aquellos vampiros, criaturas de la noche, regidos por los más profundos deseos, llenos de apetito sexual y sangriento pasamos a un vampiro del tipo Edward Cullen, que más parece una nueva versión del Principe valiente. Ya no más un acechador nocturno capaz de aterrorizarnos, podría extenderme más pero no quiero ganarme el odio de sus admiradoras.
Lo cierto es que esta criatura sigue siendo una gran fuente inspiradora y supongo que cada generación tendra´su propio tipo de vampiros, y más allá de las enormes diferencias de cada vampiro según la época, la pregunta de que es lo que nos atrae de este ser, sigue presente ...
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hola, me parece fantastico tu articulo. pero no era eso lo que quería.
ResponderEliminaren realidad queria hacer una pregunta.
¿Quien el el ilustrador/a que ha hecho la imagen de lestat que apaerce en el articulo? me parece fantastica y me gustaria saber si tiene mas trabajos asi.
me encantaria que mandaras la informacion (si dispones de ella) lo mas antes posible a la direccion moonangel-provisional@hotmail.com
gracias por todo
Me ha gustado ti artículo de vampiros, felicidades.
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